Mucho más populares y cercanos en el tiempo, Morrowind y Oblivion se encuentran entre las versiones más aclamadas de la famosa serie de rol y acción The Elder Scrolls de Bethesda. Los títulos comparten ubicación en un mundo de fantasía medieval que cuenta con su propia mitología y funcionamiento, pero se trata de historias independientes que podremos disfrutar aún sin haber jugado a los títulos anteriores.
The Elder Scrolls III: Morrowind fue lanzado en 2002 para PC y Xbox. Es una aventura de acción en tercera persona con exploración en mundo abierto y un desarrollo de personajes típico del RPG tradicional.
Nuestro protagonista se verá envuelto en un mundo en caos que está siendo gobernado por Dagoth Ur. Pero en la época en la que llegamos nosotros, aparece la reencarnación de Indoril Nerevar, un héroe de antaño que la profecía dice, derrotará a Dagoth Ur para devolver la paz a la región de Vvardenfell.
Desde profecías de grupos nómades hasta luchas en ciudades medievales de un diseño brillante, The Elder Scrolls III: Morrowind nos deja elegir libremente nuestro camino, pudiendo incluso cumplir numerosas misiones alternativas y no la principal, o tomar decisiones que nos alejarán del camino del bien para terminar convertidos en los tiranos más poderosos del mundo.
The Elder Scrolls IV: Oblivion es otro clásico, quizás uno más popular que todos los anteriores juntos. Si bien fue superado por Skyrim, cuando salió a la luz en 2006 era una verdadera joya de diseño, jugabilidad y concepto.
El mundo abierto era el más grande jamás visto, y a eso le sumamos una trama con muchos caminos diferentes que podíamos seguir para llevar adelante nuestro objetivo. Al final la aventura se convirtió en el referente del RPG occidental y hoy muchos de sus menús y opciones para diseño de personajes son utilizadas por otros referentes en PC y consolas.